sábado, 7 de noviembre de 2009

Como es la cosa

Escrito por Alejandro Redondo

Últimamente, no hago más que leer notas de magnos referentes del mundo del vino –suponemos-, que se contradicen, atacan el vino, lo destruyen y luego lo vuelven armar para dar calificaciones – X- por un tema comercial, quizás… Lo peor, en la mayoría de los casos denuncian, meten la espada, pero dan la espalda porque no dicen expresamente a que se refieren, de quien hablan, no dan nombres, solo sombras…sinceramente, tengo un nudo en la cabeza, que me recuerda mis épocas de boy scout en rapel.

No se trata de hacer una denuncia, sino de entender entonces que rayos pasa con quienes analizan el vino, quienes lo consumen… el objetivo, principalmente es que usted haga sus conclusiones. ¿Cuál es el gusto que importa? ¿El del productor? ¿El de los especialistas? ¿El de la prensa? ¿El del consumidor final? ¿Quién carajos tiene la verdad?... Los vinos se hicieron de toda la vida para beberlos, pero resulta que la competitividad, los medios especializados y la moda enológica, llevaron no sé en qué momento, el ritual de examinar en profundo –cata, puntajes, etc.-, como si no fuera suficiente, el proceso que ha pasado antes de llegar a la botella.

En lo personal pienso, que este tema debe ser tratado con hidalguía, utilizando descriptores francos, honestos e independientes, aunque claro está, es completamente subjetivo… a manera de reflexión, lo importante es no olvidar el largo camino que tuvo para llegar a la copa.

No es suficiente con la manipulación que tiene el vino hoy día, como para complicar más la cosa… A quién están perjudicando, si no al vino. El chiste es vender cada vez más vino; que en cada botella que el consumidor final descorcha, obtenga el genio tras la botella, que encuentre el gustito de comprarlo y disfrutarlo. Ahora todos quieren parecerse a todos… al menos esas son parte de las denuncias… ¿entonces? Lo que sucede es que se está boicoteando el vino, creo, que sin darse cuenta, para que ese consumidor que le gusta, opte por tomar otra cosa más franca y simple.

El punto de discordia es la fruta, la madera, la tradición, la tecnología, el alcohol, etc. Los cuestionamientos y contradicciones más comunes son por ejemplo, ¿Fermentación espontanea o inducida? ¿Tanques de acero inoxidable, piletas de cemento, toneles y/o barricas de madera? ¿Madera de primer uso? ¿Segundo o tercero?, ¿Francés, Americano o Español –nuevo en la escena-? Quien responde todas estas interrogantes, no soy yo sin duda. A ver, sigamos con el cuento… ¿y la fruta? Fresca, madura, medio cosida, cosida, súper cosida, quemada, licorosa… ah!, y los taninos… ah! y el alcohol…- resulta que ahora la Unión Europea restringe el ingreso de vinos con más alcohol al Reino Unido, y por demás, inventó un procedimiento químico para someter al vino a una reducción inducida del alcohol… en pocas palabras, una receta de manipulación como si fuera la de un risotto- ¿qué cosa es esto?

Lamento, que todo esto sea como una tirada de preguntas sin respuestas, es solo un cuestionamiento de todo lo que he estado leyendo… parece que mejor me quedo con mi libro, La Capital del Mar.

Siento que cada vino tiene algo que entregar, hay historia detrás señores y señoras, hay esfuerzo, hay ilusión, hay una filosofía en el peor o mejor de los casos… pero también, hay una necesidad de vender… estará esto del mercado globalizado, competitivo e irreverente, ¿atentando contra el vino?... tal vez sea que en unos 10 años, vuelva a sacar esta nota, y les diga, no sé qué… refute o apruebe con más hechos lo que hoy les digo, claro está, es una análisis personal.

Haga usted el suyo… y para no caer en el desgano…

¡Salud!

No hay comentarios: