lunes, 19 de octubre de 2009

Potencia Albiceleste


Alejandro Redondo – aredondo@intergourmetcostarica.com


Por el enunciado de ésta nota, podría pensarse que me refiero a la selección de fútbol argentina, más que ello, encomio con mis palabras, a un país privilegiado. Lejos de departir de asuntos políticos, económicos, sociales ó futboleros, elijo hacer ola de sus grandes virtudes, de su riqueza, de lo hermoso de sus ciudades, de su siempre cosmopolita y cultural Buenos Aires, de sus pueblos llenos de vivacidad, cariño y sonrisas, de la riqueza cultural del tango y de tantos atractivos más.

Por donde quiera verse, es una nación con estrellita que brilla con luz propia, se destaca con facilidad; su aire europeo, sus costumbres y tendencias, su creatividad y potencial comercial, son alguna de las tantas referencias, sino que lo diga el vino.

El vino argentino, ha ganando terreno en la competitividad mundial, en la propuesta, en las tendencias; parece cada vez más, que el tema del vino debe comunicarse con más agresividad, la relación calidad precio es el fuerte argumento para posicionarse con mayor éxito, sin duda, la uva malbec, es la bandera de los vinos argentinos en el mundo entero, con ello, no quiero dejar de lado, una cepa blanca de gran suceso que da origen a vinos blancos extraordinarios, me refiero, a la uva torrontés.

Para mercados tan importantes e influyentes, como los Estados Unidos, Canadá, Alemania y Reino Unido, los vinos argentinos presentan características especiales, singulares y excitantes, que los hacen muy atractivos, pero parece un dilema, tomar la decisión de comunicar al mismo nivel ambos cepajes, aunque es entendible que los vinos de uva malbec, están muy por encima en cuanto a producción y colocación en los mercados internacionales, situación que no logra la uva torrontés y sus vinos, pero la situación es clara; así como su bandera, tiene dos colores, blanco y celeste, el vino argentino tiene dos colores, aromas y sabores, malbec y torrontés.

Ser el quinto productor y el décimo exportador del mundo, no es tarea sencilla, grandes cosas han logrado para merecerlo, pero siempre falta más, es la regla a la exigencia, a la competencia, a la mejora, al desarrollo constante; así también entiendo, que la ambición es una bomba por explotar, me parece, que los vinos argentinos, como marca país, vienen preparándose hace una década, poco a poco, despacio porque precisa, su impacto en los mercados internacionales ya se siente y esos esfuerzos se dejan ver; momento ideal, para reemplantear estrategias y utilizar las bondades de la modernidad y tecnología.

Todo ser humano, ha iniciado su proceso de aprendizaje en forma visual, me parece que es un tema donde los productores deben enfocarse, no me refiero a publicidad, sino mas bien, a utilizar los atractivos propios, para crear vínculos y referencias; una pincelada puede ser la gran cordillera, con sus conitos llenos de nieve que resguarda y abriga a parras indefensas, ante tal espectáculo se crea un lazo, o porque no, la sonrisa de su gente labriega y sencilla, llena valores y pasiones, ó, como el tango por ejemplo; en este tema, la tecnología juega un papel imprescindible, el ciberespacio es un medio básico, y con una creciente importante, donde el acceso para el amante del vino es fundamental; fotos, videos, textos, contenido son algunos de los tantos medios que son necesarios para fomentar la cultura, que sea sostenible y creciente, el objetivo es mantener viva la llama.

Si es, por nombrar virtudes, es posible llenar el cielo azul, darle el valor a todos los atractivos que se tienen; el mundo, les ve de fuera, con ojos de admiración y anhelo.

Para comercializar el vino, de un país en el mundo, es necesario calidad, en eso estamos todos de acuerdo, pero también una relación de precios y márgenes constantes y regulados, que permitan penetrar con éxito el mercado hasta el consumidor final; a mi gusto, el vino argentino ese tema lo tiene muy claro. El otro enfoque como país, parece que se dirige a profundizar en lo sublime de sus adentros; su cultura, su gente, sus paisajes, su tango, su esencia; eso vende más que altos puntajes.

El tema de los puntajes en el vino, se trata no solo de un examen complejo, profundo y descriptivo, sino, que supuestamente revelador; en lo personal, me parece que es una injusticia y sobre todo un arma de doble filo; para muchos es una referencia de bueno o malo, para otros un descriptor positivo o negativo de compra, pero, el vino es más que eso; no hay criterio para desmerecer el esfuerzo que las bodegas realizan por mantener una calidad, por proponer nuevas tendencias y estilos, situación que a veces parece no ser comprendida por quienes evalúan con cincel. No quiero perder el enfoque, pero a mi gusto, es un tema del que no puedo dejar de referirme, aunque sea levemente.

Si los importantes Michel Rolland, Robert Parker, entre muchos otros, han apostado por Argentina, es porque con suficientes argumentos lo merece, y sin duda, siempre será una referencia; principalmente por el malbec, sino, que lo digan lo franceses en la región de Cahors; para los galos fue una cepa de baja calidad, para los argentinos la uva emblemática, de gran sofisticación y calidad.

¡Salud!

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