lunes, 19 de octubre de 2009

Amalaya

Alejandro Redondo - aredondo@intergourmetcostarica.com

En un marco impresionante, el viaje de Salta a Cafayate es una ilusión óptica y única, juego de colores en sus rocosas montañas, extrañas figuras saltan a la vista, cielo completamente azul y escaso viento, irregulares montañas revelan muy pocos secretos de los tantos que esconde, artesanalmente diseñadas por la mano de la naturaleza y la erosión artística del viento; el frio seco de su valle es indescriptible, hay que verlo, hay que sentirlo para guardarlo muy dentro.

Nadie puede imaginar, al menos yo, que en medio de la nada exista tal emprendimiento, en este caso específico, les comentaré de Amalaya, vino premium de la Bodega Colomé, su especialidad, los vinos boutique.

Por un asunto de tiempos y una agenda comprometida, no fue posible visitar las instalaciones de Colomé, pero no todo estaba perdido, Colomé vino a donde nos encontrábamos. El Wine Resort Viñas de Cafayate, sirvió de cuna para el descubrimiento de algo realmente satisfactorio, al menos para mí. Para contarles un poco más del hotel, es un lugar, que mas que hotel, es una campanilla de calma y quietud escondida al margen del Cerro San Isidro, una montaña que emana respeto, su figura seca e inmensa, parece iluminarse majestuosamente y brillar en medio de la oscuridad profunda, parece una muralla visual que separa el hotel de un mundo real.

Caminando, a más de un metro no se logra determinar nada, más que ayudado por el oído, entiendo que mis compañeros caminan cerca de mí, un techo de estrellas palpita sobre mi cabeza, cobijando el frío intenso con un sorbo de vino para calmar lo latino.

Bueno, parece que me adelanto a los hechos reales, así que disculpen mi ímpetu, regreso de nuevo a Colomé. Y que es Colomé, como les contaba es una bodega que produce vinos boutique en medio de la nada, ¡sí! Efectivamente, así como se lee. De Cafayate a 3 horas más en combi (microbús), se encuentra en los adentros de un camino solitario del Alto Valle de Cachalquí, la cuasi perfección hecha viña, bodega, hotel, museo y vino; ósea, no se necesita más nada en el mundo real para ser feliz y convivir con lo que Dios ha creado.

Mientras recuerdo los hechos reales de esa noche, cierro mis ojos para lograr alcanzar el aroma del Amalaya, vino tinto súper premium elaborado de uva malbec y tres uvas más que conforman el 30% del ensamblaje. De nariz frutal, elegante, sugestiva lo acompaña un color rojo intenso rubí con tonalidades púrpura, perfume a cerezas, especies y vainilla, de estructura amplia y redonda, hace sentir en boca los taninos amables y jugosos, la verdad les digo, que daría encantado, un regreso a ese momento para suspenderme en el tiempo lo mas que fuera posible en la copa, no es fácil olvidar su gentileza y glamour, un vino fácil de tomar y complejo, para acompañarte en solitario o en compañía, sin dejar de ser el centro de atención.

¡Salud!

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